¿Qué es el juego?
El ser humano practica ciertas actividades durante
toda su vida que le sirven de distracción, relajamiento o entretenimiento de
otras más serias, como las laborales.
En
el niño, el juego abarca toda su vida, forma parte de sus intereses y se
convierte en necesidad. El juego infantil es un medio de aprendizaje
espontáneo, de ejercitación intelectual, física, social y moral.
¿Cuándo aparece el juego?
Toda actividad es juego durante los primeros meses de
vida, exceptuando la nutrición y emociones como el miedo o la cólera.
Ya
en el segundo o tercer mes de vida, el niño ejercita ciertas actividades por el
placer que le causan: balanceos, juegos con las manos, etc. El niño aprende a
conocer el mundo que le rodea a través del juego.
¿Por qué juegan los niños?
El juego es algo innato, surge
instintivamente para responder a las necesidades infantiles de actividad y
aprendizaje.
A medida que
se desarrolla el niño, sus juegos evolucionan, adecuándose así a sus
necesidades intelectuales, afectivas y físicas. El juego es parte de su
desarrollo armónico, y por tanto, de la configuración de su personalidad
presente y futura.
¿Cómo es el juego infantil?
- Es
una actividad voluntaria, que le absorbe totalmente.
- Placentero.
- No tiene otra finalidad que él mismo.
- Es una forma de expresión del yo: le da confianza y
seguridad, así como equilibrio interno al poder exteriorizar sus emociones y
sentimientos.
- Aprendizaje y experimentación con la realidad, con su
mundo y sus relaciones sociales.
El juego evoluciona con el
niño
Existen muchos tipos de juegos que
van apareciendo en la actividad del niño a lo largo de su desarrollo:
-
Juegos de ejercicio: Surgen para ejercitar una
actividad en curso de maduración o recién entrenada. En él, el niño “reconoce”
sus manos, pies, voz o la cara del adulto. Poco a poco, irán introduciéndose en
algunos objetos.
-
Juego simbólico o de ficción: En este el niño
representa una acción o escena. Dramatiza historias en una especie de mímica o
teatro Son típicos los juegos de “papás y mamás”, “médicos”, etc.
-
Juego de reglas: Aparece hacia los siete años y
se conserva ya durante toda la vida adulta. Al principio son reglas
individuales y espontáneas, que aparecen sobre la marcha (andar sobre un
bordillo sin caerse...). Poco a poco, se van asimilando los juegos transmitidos
culturalmente, como canicas, barajas, parchís, etc. Mediante ellos, se entrena
en el mundo social, a acatar roles y normas, a respetar a los otros y actuar a
su vez.
-
Juegos de construcción: Este juego no es
sucesión de los anteriores, sino que evoluciona paralelamente a los otros.
Forman este tipo de juegos la plastilina, bloques, barro, cubos, etc.
¿Jugar solo o acompañado?
Ambos
son de interés educativo. El niño debe saber jugar solo, saber qué hacer por sí
mismo. Al no intervenir otro, puede desarrollar su actividad más libremente,
según su interés. Pero el niño también debe aprender a jugar con otros, porque
debe desarrollar su capacidad de relacionarse y autocontrolarse.
En un
principio, el niño juega solo, hasta que va apareciendo un primer intercambio
lúdico con la figura materna, en el que se sientan las bases de su mundo
afectivo futuro. Este juego grupal, en el que cada vez van interviniendo más
compañeros, es fundamental ya que le va a permitir adaptarse a la sociedad y a
la realidad, a desenvolverse con los otros.
El juego, medio educativo y de
aprendizaje
Estudios psicológicos han demostrado
que el juego es la mejor forma de aprender, disminuyendo el esfuerzo. Ayuda al
desarrollo físico y psicomotor (fuerza, agilidad, precisión); al intelectual;
al lenguaje; al social; afectivo y ético, ya que favorece la adquisición de
conductas dignas (sinceridad, compañerismo, saber perder...).
Según
los psicólogos, lo que se aprende mediante el juego se transfiere a otras
conductas no lúdicas.
El juguete ideal
Debe estar fabricado con materiales
duraderos, no inflamables, lavable indefinidamente, de tacto agradable, gran
resistencia al uso y ausente de toxicidad. Los colores deben ser limpios,
simples y vivos.
Y
sobre todo, que sea el propio niño el protagonista de su juego, favoreciendo su
experimentación, creatividad, relación participación, imitación y convivencia.
Si además son
didácticos, deberán llevar al niño a aprender la materia en que se fundamentan;
y que sea adecuado su uso dentro del marco de la enseñanza, favoreciendo la
participación colectiva.
Cuando jugar es peligroso
Los
adultos estamos inmersos, a menudo sin darnos cuenta, en el laberinto del
consumo. A veces necesitamos un gran control sobre nuestras cabezas y bolsillos
para resistirnos a consumir lo más nuevo, lo “mejor” del mercado. La publicidad
se ha convertido en un nuevo arte que seduce, atrapa, crea necesidades.
En
esta rueda consumista van a parar los niños ya desde el primer pañal. Padres e
hijo “alucinan” ante juguetes actuales, la mayor parte mecanizados, con
completas instrucciones, y muy sofisticados.
Este
desbordamiento publicitario a que se somete a los niños, continuamente
bombardeados por las últimas novedades de la temporada es altamente nocivo para
ellos. Todavía no tienen desarrollado un mínimo espíritu crítico con el que
defenderse de las continuas influencias que reciben. Tengamos cuidado con los
juguetes que fomentan la agresividad, la competencia malsana, la violencia, la
desigualdad entre los sexos...
Los
niños ven y desean, aunque el juguete en cuestión no sea el más apropiado para
su propia salud mental ni desarrollo como ser social. Es tarea nuestra ayudarles
a escoger.
Autoras:Rosa Serrate y Estefanía Barrado