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Menores Infractores


El comportamiento problemático de los adolescentes es motivo de preocupación para las instituciones dedicadas a la educación, a la salúd mental y a la impartición de justicia, en cualquier parte del mundo.

Causas Genéticas:
         Mayor correlación en gemelos idénticos.
          Cromosoma masculino adicional   XYY.
          Anormalidades electroencefalográficas, como “picos positivos” en lóbulos temporales.
          Incapacidad de aprender a evitar malas consecuencias.
          Bajos niveles de ansiedad o excitación y sed de emociones fuertes.

Atmósfera Familiar:
         Rechazo por parte de la madre o del padre.
          Crueldad o castigo errático.
          Falta de reconocimiento.

Teoría de la Tensión Emocional: Argumenta que los estresores aumentan la probabilidad de que emociones negativas, como la rabia y la frustración ocurran. Estas emociones hacen presión para que se den acciones compensatorias, como podría ser el comportamiento infractor inapropiado.
Eventos negativos en la vida, sentirse hastiado, relaciones negativas con los adultos, peleas entre los padres, se asocian significatívamente con la delincuencia. Es más probable que los estresores lleven al crimen cuando estos se perciben como:
          Injustos.
          Intensos.
          Asociados con poco control social.
          Como incentivos para formas criminales de enfrentarlos.

La conducta delictiva se facilita si uno se expone a modelos o ejemplos de ella (en los medios), si se premia el crimen (en las sub culturas o pandillas)  o si se generan pseudo valores  (como el “machismo”).

Aprendizaje Social: La conducta agresiva se aprende debido a sus consecuencias. Se ha observado reforzamiento positivo derivado del “llanto de la víctima”, de la obtención de juguetes y otras veces, de la presencia de la mamá. También reforzamientos negativos, cuando el niño aprende a utilizar conductas agresivas, para terminar conflictos con otros de sus familiares o hacer cesar las solicitudes de los adultos.

La Prevención: Niños y jóvenes aprenden a ser delincuentes en tres escenarios frecuentes: el hogar, la escuela y el grupo de amigos. Evitar el efecto de los factores causales de este problema en estos ambientes, sin duda es de principal importancia. Una modalidad de intervención preventiva basada en la familia, la encontramos en el programa de “educadores tempranos” o “programa FLEX”, en el reporte de August, Realmuto, May y Lee (2003). FLEX funciona mediante visitas domiciliarias y se apoya en contratos negociados, tratando de reducir el estrés crónico, que reduce la capacidad de los padres de brindar cariño y apoyo a sus hijos.


Un programa bien implementado de prevención en las escuelas es el desarrollado por Mary Magee Quinn y colaboradores (1998-2000). Se trata de un sistema de asesoría funcional y desarrollo de planes de intervención conductual, mediante equipos de profesionales que se encargan de desarrollar programas de educación individualizada. Los procedimientos reactivos, como expulsar o castigar al alumno, no son de ayuda para resolver estos problemas a fondo. Por lo que toca a la prevención de la conducta antisocial en el grupo de amigos, uno de los reportes mas interesantes es el de Dishion, McCord y Poulin (1999), que nos advierte de no dar pláticas o intervenir con grupos de jóvenes de alto riesgo, pues se han documentado efectos “iatrogénicos”, que los impelen a la delincuencia. En todo caso, las intervenciones deben hacerse en grupos mixtos, que incluyan jóvenes pro sociales.

El Tratamiento Institucional: Las instituciones creadas por el hombre para corregir a quienes en un momento dado cometen infracciones catalogadas como delitos, no han cambiado mucho con el paso del tiempo. Actualmente pocos especialistas afirmarán que las instituciones de custodia estén cumpliendo con las actividades de rehabilitación y corrección que la sociedad les tiene asignadas. El resultado de este tipo de instituciones es un ejército cada vez mayor de personas inconformes y rencorosas (Domínguez, Rueda, Maklouf y Rivera, 1975). La mayoría de los tratamientos institucionales están basados en un modelo de la conducta desviada como enfermedad mental, influidos de los conceptos de psicopatía y sociopatía, desarrollados por los psiquiatras. Uno de los tratamientos que se ofrecen en las instituciones son los relacionados con la psicoterapia, como es la de “desactivación del modo emocional” (Apsche, Ward y Evile, 2003). Incluye la relajación y la imaginación, para facilitar el pensamiento cognitivo y un entrenamiento balanceado que enseña a equilibrar la percepción y la información.

El Tratamiento Comunitario: Como consignan Bandura y Ribes (1975), si las metas de los programas de tratamiento de nuestras instituciones consisten en convertir al niño en un miembro positivamente activo de su comunidad, entonces el programa de tratamiento deberá enseñarle a vivir en un mundo bisexual, a adquirir las habilidaees sociales necesarias para las vidas familiar y comunitaria, a cumplir con los requisitos vocacionales y académicos, con objeto de obtener y conservar un empleo, a trabajar para ganar dinero y gastarlo o ahorarrlo según sus necesidades. La moderna teoría psicológica sugiere considerar a la conducta desviada como una deficiencia en destrezas esenciales (un problema  de aprendizaje), por ello, los tratamientos basados en la comunidad parecen ser más eficaces, menos onerosos y más humanitarios, que la reclusión de los niños. El proyecto Burlington-Hunt (Burchard, et al, 1975) es una muestra de estas nuevas estrategias de intervención basadas en la comunidad.   Se trataba de un Centro para Adolescentes que sesionaba  2 veces a la semana, en la tarde, en un local de la escuela secundaria. Se hacía uso de una Economía de Fichas y los participantes lo hacían de manera voluntaria.

Otro reporte interesante de un sistema de apoyo en la comunidad, es la experiencia de Harold L. Cohen (1975), con el proyecto BPLAY. Se trató de un programa de investigación de 3 años, que se propuso manejar las actividaees de los adolescentes durante su tiempo libre, a fin de reducir al mínimo las conductas problema. Es posible que el mejor programa de modificación  conductual de estilo familiar (para delincuentes), basado en la comunidad sea “La Familia Enseñante” (Phillips, Wolf, Fixen y Bailey (1975), en una casa con dos adultos y siete adolescentes. Los “padres” eran profesionales con grado de Maestría y cuyo objetivo era educar a los jóvenes en destrezas sociales, de cuidados personales, académicos y pre-vocacionales.

Conclusiones:
  1. La Delincuencia es un problema grave, que cuestiona a políticos y científicos, de la sociedad.
  2. El delincuente aprende a serlo en la familia, la escuela y con el grupo de amigos. Sobre estos escenarios hay que intervenir de manera preventiva.
  3. La corrección tiene mejores resultados con programas basados en la comunidad y no en reclusorios.
Autor: Ps Jaime Ernesto  Vargas Mendoza