Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas
distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son
sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su
lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño
tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más
superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde,
estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres.
Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los
ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras
tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño
durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar
que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni
duraderos para el niño.
Tranquilizarle
Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla
refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y
esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver
a la realidad, preguntándose qué pasa.
Regule los horarios de sueño
Para ayudar al niño a desarrollar un patrón de sueño
más maduro. Asegúrese de que tiene un horario regular de sueño y que descansa
lo suficiente.
Consulte a un profesional
A pesar de que los terrores nocturnos no son en
general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas
de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que
las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los
terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos
con una medicación cuidadosamente controlada.
LOS NIÑOS QUE TIENEN PESADILLAS
Las pesadillas, al contrario que los terrores
nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres v son
resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones.
Son reacciones de miedos comunes y normales a los sueños desagradables que se
inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las
edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que
los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce
años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos
sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las
pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que
el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla
puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y
por el dolor, sobreexcitación, miedo v ansiedad, programas violentos de
televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño
puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse
algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que
sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más
probabilidades de tener pesadillas.
Tranquilícele y dele seguridad
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre
pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo
va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada
importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a
utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este
momento, comentar el contenido del sueño.
Evite la excitación excesiva
Los niños deben tener un periodo de calma v relajación
antes de acostarse, no permitirles que vean programas de televisión violentos o
de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades
físicas violentas. Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran
ayuda limitar la TV.
Comente problemas, miedos y
acontecimientos que produzcan tensión
Use la conversación y los sueños como datos de
cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus
pesadillas, e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare
al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles de causarle
tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o el salir
de viaje. Los miedos en los niños son muchas veces causados por la falta de
información.
Tome medidas para las pesadillas
repetitivas
Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede
estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímele a que hable de su sueño y
lo represente despierto, pero con un final feliz.
Prepare una estrategia nocturna
El saberse defendidos de la pesadilla ayuda
normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz
encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus
pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección
contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.
¿COMO AFRONTAR PROBLEMAS NOCTURNOS?
Permitir que el niño duerma regularmente en la
habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los
padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.
Orientaciones
para devolver al niño a su cama:
- Si el
niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su
cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de
ser firmes.
- Se
puede utilizar la "táctica de los apretujones", la finalidad es
hacer que el niño se sienta incómodo en la cama ajena y que la suya vaya
siendo más atractiva.
- Utilizar
recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta.
Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un
"chico mayor". Préstele una atención especial y sea cariñoso con
él durante el día.
- Hacer
su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos
aspectos y que el niño sea participe de ellos.
- Establecer
un horario regular de sueño.
- Antes
de dormir contarle algún cuento. Se le puede contar alguno relacionado con
el problema.
- Se
puede utilizar un contrato en el que tendrá algún premio por dormir en su
habitación, se marcará en un almanaque los días que ha tenido éxito,
acordando previamente el premio a final de mes, si se comienza con
refuerzos continuos pasar poco a poco a refuerzos intermitentes.
Autor: José
Luis García Castro - Psicólogo y Orientador Escolar