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Estrategias Exitosas para hablar con niños pequeños




¿Qué sucede cuando las palabras, las ideas y los sentimientos salen de nuestros labios y se introducen en los oidos y ojos de un niño? Esto se llama comunicación.
 La comunicación se relaciona no sólo con lo que decimos, sino con el modo en que lo decimos. Este es un elemento clave en el crecimiento sano de los niños saludables.
 La comunicación consiste en más que solamente palabras. Nos comunicamos con miradas  sonrisas y gestos; con acciones , con abrazos y bofetadas, e incluso con el silencio  cálido y frío. Usualmente, los adultos tienen una buena comunicación con los niños cuando dan direcciones o explican peligros comunes. Por otro lado, a menudo tienen dificultad en comunicarse cuando los sentimientos  del niño o los propios  están involucrados. 
A modo de ejemplo, el folleto “Estrategias Exitosas para Hablar con Niños Pequeños” nos muestra cómo empezar a hablar y escuchar con sentimientos. Sugiere modos de canalizar las palabras y los sentimientos que serán escuchados ... pero que no causarán daño. 
Una buena comunicación es importante para ahora y para después, pues ayuda a los niños a desarrollar su confianza en sí mismos y a afirmar sus relaciones con los demás. La buena comunicación hace la vida más placentera para ellos y con ellos mismos. Además, les ayuda a llegar a adultos con buenos sentimientos acerca de sí mismos, y con la capacidad de comunicarse con los demás.
 Una buena comunicación conduce a relaciones cálidas, cooperación y sentimientos de autoestimación. Una comunicación pobre conduce a relaciones frustrantes, a conflictos y a sentimientos de inutilidad. Es una buena inversión el aprender a ser un buen comunicador. Las siguientes páginas presentan algunas maneras de conversar con sus niños. Utilícelas de acuerdo a su propia experiencia y entendimiento de los niños que se relacionan con su vida para crear sus propias "estrategias exitosas"


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Autores: Children's Administration Office of Child Care Policy. Oficina de Normas para el Cuidado de Niños de la Administración de Niños - Departamento de Servicios Sociales y de Salud del estado de Washington,

Fatiga Emocional y cómo superarla


La fatiga en sí misma es un cansancio extremo o debilidad generalizada que se puede manifestar tanto de forma física como emocional. La física suele aparecer a medida que va avanzando el día, debido al cúmulo de tensiones a las que exponemos a nuestro cuerpo, en cambio la emocional es más perceptible en la mañana.

Quién no ha pensado alguna vez, al sonar el despertador, sólo de pensar todo lo que me queda por delante ya me hace sentir cansado; no me encuentro con ánimo de batallar con los demás hoy; siento que por más empeño que le pongo a lo que hago no me cunde como quisiera, etc. Este tipo de manifestaciones son consecuencia de la Fatiga Emocional.

Se trata de un cansancio emocional o agotamiento que suele venir asociado con sentimientos de angustia, estrés y depresión. A un nivel elevado se presentan problemas de atención y la sensación de que los pensamientos se van ralentizando cada vez más.

Pero, ¿es posible combatirla?, o lo que es más importante ¿la podemos prevenir para que no llegue a asediarnos? La respuesta es Sí. Veamos cómo lo podemos hacer:

La mejor prevención siempre será aprender a gestionarnos emocionalmente de una manera saludable. ¿Eso cómo se hace? Cogiendo como guías nuestras propias emociones. Éstas nos servirán de brújula, mientras que las de sensaciones positivas nos indicarán que vamos por el camino adecuado, las de sensaciones más molestas nos dirán que algo debemos cambiar para acercarnos al equilibrio que buscamos. ¿Por qué fijarnos en las emociones y no en el pensamiento? Ninguno son excluyentes, pero mientras que el pensamiento es algo que nos puede engañar, ya que ejercemos cierto control sobre él mediante nuestro sistema de creencias, las emociones se sobrevienen en nuestra mente de manera abrupta, son innatas. Yo no elijo de quien me enamoro, simplemente me enamoro. ¿Y por qué hablamos de sensaciones emocionales positivas o negativas y no de emociones positivas o negativas sin más? Porque todas las emociones son positivas, otra cosa es que sean agradables o no, pero todas nos están queriendo decir algo. Nuestro deber es averiguarlo.

Dicho esto, ¿Cómo combatimos la fatiga emocional cuando ya se ha convertido en nuestra compañera de viaje?

El primer paso siempre será reconocerla. Podemos pensar que no hay un motivo aparente, pero lo hay. Todo es consecuencia de algo: una decisión, un pensamiento, una mala gestión del tiempo, etc. Ejemplos que la desencadenan: preocupación excesiva, asuntos sin resolver, desorden mental, discusiones diarias, problemas en el trabajo a los que no se le ve salida, relaciones tóxicas, etc.

Una vez identificamos el origen de tal fatiga entonces nos tenemos que enfrentar a ella, una buena manera de hacerlo puede ser:

Calmar la mente. Ayudémonos de ejercicios de respiración, meditación, mindfulness, etc. Este tipo de ejercicios bajan el ritmo cardíaco y con ello nos empieza a invadir una sensación de paz y relajación muy placentera.

Dormir las horas suficientes. El ciclo del sueño no se puede ver alterado porque sino se desregula nuestra mente. Se necesitan ciertos hábitos diarios y dormir al menos ocho horas.

Hidratarnos bien. El agua es como la gasolina de nuestra mente. Beber dos litros al día y veréis que os sentís más serenos. Yo siempre recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua nada más levantarse, ya que al llevar tantas horas durmiendo el cerebro está menos oxigenado, de este modo lo ayudaríamos a despertar de una forma mucho más activa y beneficiosa para el buen funcionamiento de los patrones mentales.

Realizar ejercicio físico, ayudará a eliminar toxinas y generará endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.

Aprender a establecer prioridades. No se puede abarcar todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas alcanzables y abordarlas de una en una, favorecerá el aumento de la confianza al sentirnos reconfortados cada vez que vayamos consiguiéndolas.

Hay que saber decir no, establecer límites. Debemos ser el centro de nuestra vida, ni otras personas, ni el entorno, nosotros. ¿Nos convierte esto en egoístas? Por supuesto que no, para estar bien con los demás debemos primero estar bien con nosotros mismos.

Comunicarnos asertivamente, es decir, decir lo que pensamos y sentimos sin caer en conductas sumisas o reproches. Una buena comunicación es la solución a muchos malestares emocionales. 

Autora: Ciara Molina. Psicóloga Emocional

Pesadillas y Terrores Nocturnos


Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde, estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres. Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni duraderos para el niño.

Tranquilizarle
Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver a la realidad, preguntándose qué pasa.

Regule los horarios de sueño
Para ayudar al niño a desarrollar un patrón de sueño más maduro. Asegúrese de que tiene un horario regular de sueño y que descansa lo suficiente.

Consulte a un profesional
A pesar de que los terrores nocturnos no son en general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos con una medicación cuidadosamente controlada.

LOS NIÑOS QUE TIENEN PESADILLAS
Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres v son resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones de miedos comunes y normales a los sueños desagradables que se inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y por el dolor, sobreexcitación, miedo v ansiedad, programas violentos de televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.

Tranquilícele y dele seguridad
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.

Evite la excitación excesiva
Los niños deben tener un periodo de calma v relajación antes de acostarse, no permitirles que vean programas de televisión violentos o de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades físicas violentas. Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran ayuda limitar la TV.

Comente problemas, miedos y acontecimientos que produzcan tensión
Use la conversación y los sueños como datos de cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus pesadillas, e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles de causarle tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o el salir de viaje. Los miedos en los niños son muchas veces causados por la falta de información.

Tome medidas para las pesadillas repetitivas
Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímele a que hable de su sueño y lo represente despierto, pero con un final feliz.

Prepare una estrategia nocturna
El saberse defendidos de la pesadilla ayuda normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.

 ¿COMO AFRONTAR PROBLEMAS NOCTURNOS?
Permitir que el niño duerma regularmente en la habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.
Orientaciones para devolver al niño a su cama:
  1. Si el niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de ser firmes.
  2. Se puede utilizar la "táctica de los apretujones", la finalidad es hacer que el niño se sienta incómodo en la cama ajena y que la suya vaya siendo más atractiva.
  3. Utilizar recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta. Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un "chico mayor". Préstele una atención especial y sea cariñoso con él durante el día.
  4. Hacer su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos aspectos y que el niño sea participe de ellos.
  5. Establecer un horario regular de sueño.
  6. Antes de dormir contarle algún cuento. Se le puede contar alguno relacionado con el problema.
  7. Se puede utilizar un contrato en el que tendrá algún premio por dormir en su habitación, se marcará en un almanaque los días que ha tenido éxito, acordando previamente el premio a final de mes, si se comienza con refuerzos continuos pasar poco a poco a refuerzos intermitentes.
Autor: José Luis García Castro - Psicólogo y Orientador Escolar