Cuando una madre está colapsada y siente que se fundió. Cuando ya no tiene energía alguna y siente que está superada por la maternidad, hay que acogerla, contenerla y si se puede, ayudarla.
Este colapso físico y emocional que sí existe y no es un invento o una exageración, tiene nombre:
Se llama Síndrome de burnout (en inglés es “quemado”). Se ocupa para los profesionales y también para las madres.
Entre sus síntomas están la falta de energía, dificultad para dormir o exceso de sueño, variación en el apetito. Cambios de humor.
Los síntomas se parecen mucho a los de la depresión.
Lo más importante es buscar ayuda y una buena red de apoyo.
La maternidad puede llegar a ser para algunas mujeres extenuante.
Es demasiada la demanda.
No hay descanso para una mamá y por eso es que nos agotamos.
Porque no somos un robot y las pilas se nos funden. Somos madres, profesionales, trabajadoras, amantes, amigas, hijas. La presión sobre nosotras es mucha sobre todo hoy en día la presión sobre las madres es inmensa. Y siempre tratamos de no fallarle a nadie.
La semana pasada me encontré con una amiga que no veía hacía tiempo.
Me contó que venía saliendo del psicólogo porque está colapsada.
Su hija de tres años despierta a cada rato por las noches y la situación la tiene desesperada.
Su cara estaba demacrada. Ojeroza.
Daba pena.
Mi amiga estaba superada por la realidad de tener dos pequeñas, más un marido. Más un trabajo.
Es duro.
Funcionamos en piloto automático y le damos para adelante porque no tenemos opción.
No podemos renunciar.
El estrés en las madres es normal.
Estar agotada es normal.
Querer dormir una semana entera es normal.
Y es que la falta de sueño pasa la cuenta física y emocionalmente hablando.
No hay nadie que resista durmiendo a sobresaltos y cinco horas diarias. Con suerte.
Es terrible.
Nos sentimos cansadas. Irritables. Sentimentales.
Nos enojamos con facilidad.
Lloramos con facilidad.
No hay madre en el mundo que no haya pasado por esto.
Por el síndrome de la madre agotada.
Ser madre es un trabajo 24/7 sin parar.
Y agota física y emocionalmente. Pero son nuestros propios hijos los que nos dan la energía para seguir funcionando porque al final del día, todo lo que hacemos lo hacemos por ellos. Y también por nosotras, no nos olvidemos de nosotras.
Constanza Díaz