Pages

Trauma Infantil


CAUSAS 

El trauma se define por la forma en que una persona reacciona ante ciertos eventos. Así que lo que para una persona puede ser traumático, para otra puede no serlo. Y algunas personas pueden lidiar con el trauma y seguir adelante rápidamente. Otros, sin embargo, pueden no ser capaces de sobrellevarlo.

Es importante recordar que algunos niños podrían ver un evento como traumático incluso cuando los adultos cerca de ellos no lo vean así. Por ejemplo, después de un incendio en su hogar, los adultos se encuentran ocupados trabajando con la compañía de seguros y reconstruyendo. Los niños solo saben que sus juguetes y su habitación – las cosas que los hacían sentirse seguros- fueron destruidos.

Todo evento que haga que un niño no se sienta seguro y protegido, puede ser visto como traumático.  Debido a que el trauma es definido por la persona que lo experimenta, ninguna lista puede incluir todas las causas de traumas para los niños. La siguiente lista, sin embargo, explicará algunos de los traumas más comunes que los niños enfrentan.

Cirugía o enfermedad grave – El niño está en el hospital debido a una enfermedad grave o una cirugía.

Accidentes – El niño ha sufrido un accidente automovilístico, una caída grave o una lesión deportiva, un incendio en su casa u otro accidente grave que amenaza sus sentimientos de seguridad y protección.

Abuso constante e intenso – El niño es acosado por una o más personas a lo largo de un período de tiempo. Los abusadores podrían ser compañeros de clase, compañeros de equipo, vecinos u otras personas en la vida del niño. El abuso puede comenzar tan tempranamente como en la etapa preescolar.

Separación de los seres queridos – Un niño podría ser separado de sus seres queridos debido a un despliegue militar, un divorcio, una sentencia de prisión o incluso el alejamiento de un niño del seno familiar como consecuencia de una investigación de abuso o abandono.

Desastres naturales – Un niño es afectado por un evento grave como un tornado, huracán, incendio forestal, inundación.

Abuso emocional – Un padre u otro adulto en el hogar que frecuentemente maldice al niño, lo insulta o lo humilla. El abuso emocional puede incluir el temor al daño físico por el comportamiento del adulto.

Abuso físico – Un padre u otro adulto en el hogar frecuentemente empuja, agarra, abofetea o arroja objetos al niño. El abuso físico también puede incluir golpear a un niño de modo tal de dejar marcas o producir lesiones.

Abuso sexual – Cualquier actividad sexual entre un adulto y un niño. El abuso sexual también puede ocurrir entre niños. Esta actividad sexual puede incluir llamadas telefónicas obscenas, toqueteo, exposición, pornografía, prostitución o violación. Las definiciones legales específicas se encuentran en el código penal de Texas.

Abandono – El niño no tiene para comer, tiene que usar ropa sucia y no tiene nadie que lo proteja. Los padres pueden estar demasiado ebrios o drogados como para hacerse cargo del niño o para llevar al niño el médico cuando corresponde.

Pérdida/abandono – El niño pierde a un padre biológico por divorcio, abandono, muerte u otra razón.

Aislamiento dentro de la familia – Nadie en la familia parece querer al niño o considerar que el niño es importante o especial. Los miembros de la familia no cuidan unos de otros, no se sienten cerca unos de otros ni se apoyan.

Violencia doméstica – La violencia doméstica es un comportamiento utilizado por una persona en una relación para tener poder sobre el otro o controlarlo. El abuso incluye acciones o amenazas de abuso físico, sexual, emocional, económico o psicológico. Esto incluye cualquier comportamiento que amedrente, intimide, aterrorice, manipule, dañe, humille, culpe, lesione o hiera a alguien.

Violencia comunitaria – Un niño es herido por actos de violencia o es testigo de estos. A veces, basta con que el niño escuche referencias a actos violentos para experimentar un trauma.

Abuso de sustancias – Alguien en el hogar del niño abusa del alcohol, drogas o medicamentos.

Enfermedad mental – Alguien en el hogar del niño está deprimido, tiene alguna otra enfermedad mental y/o ha intentado suicidarse.

Terrorismo – Un niño presencia un acto de terrorismo o escucha comentarios al respecto, especialmente cuando este se produce en un lugar donde el niño cree que debería estar seguro. El niño podría experimentar un estrés aún mayor si hay niños que resultan heridos o mueren.

Huida de casa como refugiado – Un niño es alejado de su hogar, frecuentemente después de haber sido víctima de actos  violentos o si siente un miedo intenso de ser dañado.

SÍNTOMAS DEL TRAUMA 

Nacimiento hasta los 2 años 
 Los comportamientos causados por el trauma frecuentemente dependen de la edad que tiene el niño en el momento de la aparición de los síntomas. Sin embargo, algunos síntomas pueden afectar a todos los niños, incluyen:
  •  Grandes cambios en la alimentación y el sueño
  •  Pesadillas
  •  Ira o rabia
  •  Miedo sin razón
  •  Respuesta intensificada a los sobresaltos

De 3 a 5 años
Todos los preescolares a veces se enojan o se distraen. Si son excesivos o interfieren con la vida del niño o de su familia, los siguientes síntomas pueden indicar que el niño ha experimentado un evento traumático.
  • Niveles de ira/irascibilidad inusualmente altos
  • Rabietas que duran más que algunos pocos minutos
  • Incapacidad para ser calmado o consolado
  • Agresión contra la familia u otros
  • Abuso verbal hacia otros
  • Excesivamente mandón o controlador
  • Perturbador (puede llegar a ser expulsado de preescolar debido al mal comportamiento)
  • Agitación
  • Dificultad para concentrarse o aprender
  • Desarrollos de problemas de aprendizaje
  • Bajo desarrollo de habilidades
  • Pérdida de habilidades, como el habla, el uso del sanitario
  • Moja la cama
  • Mal comportamiento en situaciones sociales
  • Miedo a los adultos que asocia con el trauma
  • Miedo a ser separado del padre o de la persona que lo cuida
  • Introversión con la familia y los amigos
  • Evita el contacto visual y/o el contacto físico
  • Incapacidad para confiar en otros o para hacer amigos
  • Imitación del evento traumático
  • Respuesta al sobresalto intensificada (se sobresalta fácilmente)
  • Respuestas aterrorizadas a visiones, sonidos, etc., que le recuerdan al niño el trauma
  • Problemas alimentarios como pérdida de apetito, bajo peso o problemas digestivos
  • Falta de confianza en sí mismo
  • Dolores de estómago y dolores de cabeza
  • Soledad
  • Confusión
  • Pegoteo inusual
  • Demasiado obediente (miedo al castigo por no obedecer)
  • Mirada aterrorizada, especialmente cuando está estresado
  • Pesadillas
  • Falta de sueño
  • Irritabilidad

De 6 a 12 años
 Todos los niños a veces tienen dificultades para concentrarse y se enojan. Si son excesivos o interfieren con la vida del niño o de su familia, los siguientes síntomas pueden indicar que el niño ha experimentado un evento traumático.
  • Niveles de ira/irascibilidad inusualmente altos
  • Agresividad con la familia o terceros
  • Abuso verbal hacia terceros
  • Excesivamente mandón o controlador
  • Problemas en la escuela
  • Dificultades para concentrarse
  • Pensamientos o acciones suicidas
  • Dolores de estómago, dolores de cabeza y otras molestias físicas
  • Introversión con la familia y los amigos
  • Miedo a ser separado de la persona que lo cuida
  • Mal comportamiento en situaciones sociales
  • Imitación del evento traumático
  • Miedo a los adultos que asocia con el trauma
  • Problemas alimentarios como pérdida de apetito, bajo peso o problemas digestivos
  • Pesadillas
  • Falta de sueño
  • Irritabilidad
  • Incapacidad para confiar en otros o para hacer amigos
  • Falta de confianza en si mismo
  • Soledad
  • Confusión
  • Consumo de drogas o alcohol
  • Pegoteo inusual
  • Conocimiento sexual más allá de lo esperable para su edad
  • Reacciones exageradas ante las situaciones
  • Recreación del evento traumático cuando juega
  • Acapara alimentos
De los 13 a los 18 años

 Todo adolescente ocasionalmente tiene problemas en la escuela o se enoja. Si son excesivos o interfieren con la vida del niño o de su familia, los siguientes síntomas pueden indicar que el niño ha experimentado un evento traumático.

  • Niveles de ira inusualmente altos
  • Agresión hacia la familia o terceros
  • Abuso verbal hacia otros
  • Excesivamente controlador
  • Problemas en la escuela
  • Dificultades para concentrarse
  • Pensamientos o acciones suicidas
  • Consumo de drogas o alcohol
  • Se vincula con pares o adultos negativos
  • Comportamientos de riesgo, inclusive comportamientos sexuales
  • Relaciones románticas poco sanas
  • Comportamiento autodestructivo
  • Ataques de pánico
  • Vergüenza
  • Recuerdos recurrentes
  • Hostilidad
  • Acaparamiento de alimentos
  • Excesivamente autosuficiente
  • Se escapa de casa
  • Provoca peleas
  • Problemas para relacionarse con sus pares
  • Desafiante
  • Desconfiado
  • Incapacidad para pensar en el futuro (espera morir joven)
  • Alienado
  • Dolores de estómago, dolores de cabeza y otras molestias físicas
  • Introversión con la familia y los amigos
  • Mal comportamiento en situaciones sociales
  • Evita situaciones que le recuerdan el trauma
  • Problemas alimentarios
  • Pesadillas
  • Falta de sueño
  • Irritabilidad
  • Incapacidad para confiar en otros o para hacer amigos
  • Baja autoestima
  • Soledad
  • Confusión


CÓMO AYUDAR

Usted no necesita ser terapeuta para ayudar a los niños y los adolescentes a lidiar con eventos traumáticos. Hay muchas cosas que un adulto compasivo puede hacer para colaborar con la recuperación después de un trauma. Recuerde, cada niño es diferente y cada situación es diferente. Hay muchas formas de ayudar a un niño o a un adolescente a manejar un evento traumático. Incluso antes de que aparezcan síntomas, los adultos pueden:

·       Controlar sus propias emociones. Los niños y los adolescentes son conscientes de su humor en todo momento. Después de un trauma, un cambio súbito  en su estado de ánimo puede resultarles especialmente angustiante. Si eso sucede, permita que los niños sepan que está reaccionando ante un recuerdo y que no es su culpa.

·     Evitar los ruidos fuertes, como dar portazos o elevar la voz. Los niños que pasan por un momento traumático frecuentemente son más sensibles a los ruidos fuertes que otros.

·      Estar atento a ruidos fuertes u otras situaciones que puedan asustar al niño. Por ejemplo, prepárese para abrazar al niño cuando se aproxime una tormenta.

·      Calmar al niño y hacerle sentir seguro. Es importante que sepan que los adultos en los que confían tienen la situación bajo control y se asegurarán de que no sufran ningún daño. Aunque usted sepa que los niños están seguros, es importante que ellos lo sepan y lo sientan también.

·     Tomarse en serio las preocupaciones de los niños. Muchas veces, los adultos no entienden que los niños pueden tener una reacción traumática frente a eventos que no les parecen traumáticos a los adultos. Algunos adultos están tratando de superar el trauma ellos mismos. Es importante recordar que niños de todas las edades pueden tener una reacción fuerte frente al trauma, incluso los que son muy jóvenes.

·     Alentar a los niños a hablar sobre sus experiencias traumáticas sin forzarlos.Hablar puede ayudar a los niños a procesar el evento y recuperarse. Pero también es importante que los niños sepan quiénes son los adultos confiables para mantener estas conversaciones.

·      Escuchar pacientemente sin criticar ni juzgar. Puede ser difícil para los adultos escuchar a los niños repetir los detalles del evento, realizar las mismas preguntas una y otra vez, o recrear la situación con muñecas o automóviles. Pero sea paciente y déjelos hablar. Los puede ayudar a entender y trabajar hacia su recuperación.

·    Asegurar a los niños que el evento traumático no fue su culpa.A veces los niños y los adolescentes se sienten culpables por un evento traumático. Asegúreles que no fue su culpa e intente ayudarlos a entender por qué no fueron responsables por lo sucedido.

·     Contestar las preguntas de los niños con palabras que puedan entender. A veces puede ser difícil hablar al nivel adecuado. Aliente a los niños a preguntar si no entienden algo.

·   Asegurarse de que los niños no estén aislados. Es importante que los niños que experimentan un trauma estén en un ambiente cariñoso y seguro.

·   Volver a sus actividades normales y a sus rutinas tan pronto como sea posible. Intente establecer o mantener horarios familiares para comer, jugar y dormir para ayudar a que los niños se sientan más seguros.

·    Pasar más tiempo con los niños. Abrazarlos, tomarlos de la mano y otras demostraciones físicas de afecto son muy reconfortantes. Trate de estar con el niño el mayor tiempo posible. Asigne más tiempo familiar en su agenda e intente no viajar lejos del niño si es posible.

·      Encontrar formas de relajarse y divertirse juntos como una familia.

·      Honrar las tradiciones familiares que acerquen a los niños a la gente que aman.

·    Ayudar a que los niños encuentren actividades que mantengan sus mentes y sus cuerpos ocupados. Asegúrese de que las actividades sean adecuadas para la edad del niño. Si es posible, los padres y otros adultos confiables deberían participar en estas actividades.

·      Permitir que los niños elijan.En lugar de decirle a los niños que se pueden hacer o no hacer algo , les dan dos opciones apropiadas y les permiten elegir uno .

·    Dar a los niños rutinas o trabajos apropiados para su edad. Prémielos cuando los niños completen los trabajos o rutinas, permitiendo que se sientan en control de su ambiente.

·       Informar a los maestros de los niños sobre el evento traumático. Pida a los maestros que lo mantengan informado de los cambios bruscos de comportamiento o de rendimiento escolar.


TRATAMIENTOS PARA EL TRAUMA
Puede llevar meses o años para que un niño o un adolescente se recuperen de un evento traumático. Si las respuestas de un niño al trauma empeoran en lugar de mejorar, es posible que necesite ayuda profesional.

Hay muchos tipos de tratamientos para el trauma para niños y adolescentes. Muchos de estos tratamientos han sido investigados para garantizar su efectividad. Estos reciben la denominación de "basados en pruebas" o "prácticas prometedoras.

Haga clic aquí para obtener una lista de los tratamientos para el trauma reconocidos por la National Child Traumatic Stress Network.

Fuente: Mental Health Connection of Tarrant County.



Sentirnos tristes también es necesario

Al parece que nos hemos vuelto temerosos de la tristeza. Se ha puesto tanto énfasis en la felicidad, en el pensamiento positivo y en la autoestima, que corremos riesgo de olvidar que para ser personas plenas necesitamos aprender a sobrellevar también los momentos difíciles.

Sabemos que las emociones “positivas” son más disfrutables y las aceptamos sin reparos, pero es absolutamente normal sentirnos invadidos de vez en cuando por el pesar, o agobiados de angustia, duda o desilusión. Todas estas emociones tienen algo que enseñarnos acerca de nosotros mismos, y sin ellas jamás sabríamos lo que es la felicidad.

Sin embargo, no todos tenemos el mismo concepto de “felicidad”, así que empecemos por el principio.

El filósofo griego Aristóteles enseñaba que la vida ideal era buscar la eudaimonía, palabra que suele traducirse como “felicidad”. Pero no se refería a una vida de placeres sensoriales, ni tampoco a una existencia desligada de la realidad por la falsa creencia de que las cosas son (o deberían ser) mejores de lo que son realmente. Su concepto de felicidad se acerca mucho más a la idea de “plenitud” que a ese sentimiento a menudo autocomplaciente y basado en el placer que llamamos “felicidad”. Para Aristóteles, la eudaimonía significaba vivir en concordancia con la razón; satisfacer nuestro sentido de propósito; cumplir con nuestro deber cívico; cultivar la virtud; estar totalmente comprometidos con el mundo y, sobre todo, experimentar la riqueza del amor y la amistad humanas.

¿“La riqueza del amor y la amistad humanas”? Todo el mundo sabe que eso no es ningún lecho de rosas. Las relaciones personales pueden ofrecernos las satisfacciones más profundas y hacer una aporte enorme a nuestro sentido de plenitud, pero, en esencia, son desordenadas, impredecibles y, muy a menudo, nuestra mayor fuente de decepción, angustia y tristeza. Justo por eso es que tienen mucho que enseñarnos.

Cuando nos sentimos tristes o desanimados, llegamos a pensar que la vida es cruel o injusta, así que es fácil entender por qué, en esos momentos, la felicidad nos parece la mejor meta de vida o el estado “natural” por alcanzar. Sin embargo, eso pasaría por alto una importante verdad sobre la experiencia humana: la tristeza es una emoción tan auténtica como la felicidad. Los momentos de dicha y alegría, y también la sensación más profunda de bienestar que a veces nos envuelve, sólo tienen sentido porque representan un agudo contraste con nuestras experiencias de decepción, sufrimiento y tristeza, o incluso con esos momentos en que nos sentimos atrapados en una tediosa rutina.

Cuando oigo a los padres de familia decir “Sólo quiero que mis hijos sean felices”, siempre me siento tentado a preguntarles:
“¿Eso es todo lo que desean para ellos? ¿En verdad quieren que estén tan privados de emociones? ¿No les gustaría que aprendieran a sobrellevar la desilusión, el fracaso e incluso la injusticia?”

Existe el peligro real de que empeoremos las cosas si ponemos demasiado énfasis en “el pensamiento positivo”, y no el suficiente en vivir con valentía, bondad e incluso con nobleza ante todos estos cambios. Me temo que hasta el concepto de “felicidad” está adquiriendo un significado nuevo como consecuencia de nuestra obsesión por el control: tendemos a considerar la dicha como una señal de que tenemos todo “controlado”, lo cual implica que la tristeza indicaría lo contrario, como si pudiéramos elegir estar felices o tristes.
Pensar positivamente es mejor que pensar negativamente. Sin embargo, pensar en forma realista es algo todavía más deseable, y ser realista significa comprender que la riqueza de la vida radica en una interacción constante entre luces y sombras.

“¡Arriba!”, nos decimos unos a otros, pero, ¿para qué intentar producir un estado emocional positivo en alguien que está pasando por una adversidad, una pérdida o una desilusión? En esto estoy de acuerdo con Marcel Proust, quien dijo: “Sanamos de un sufrimiento sólo al experimentarlo en su totalidad”.

Muchas personas aseguran que su mayor crecimiento y desarrollo como seres humanos han provenido del dolor y del pesar, no del placer. Así que, cuando necesitamos sentirnos tristes, es un error tratar de apresurar el proceso de sobrellevar nuestro sufrimiento, decepción o pena. La felicidad por lo general nos llega en momentos súbitos y fugaces; en cambio, asimilar nuestras emociones más sombrías nos lleva tiempo.

Autor: Hugh Mackay

La Discapacidad explicada a Niños y Niñas.

Contenidos:
Ø Un día en la escuela,
Ø ¿qué quiere decir tener una discapacidad?,
Ø  ¿Qué cosas podemos hacer si tenemos una discapacidad?,
Ø ¿los niños y las niñas necesitamos una atención diferente?,
Ø ¿Cómo es la atención que reciben los niños y las niñas con discapacidad?,
Ø cuentos, ¿Qué es la lengua de signos?,
Ø ¿Qué puede enseñarte una persona con discapacidad?,
Ø¿cómo jugamos los niños y las niñas que tenemos discapacidad?,
Ø ¿cambiamos a lo largo de la vida?,
Ø¿Cómo son las escuelas accesibles?,
Ø ¿Qué derechos tenemos los niños y las niñas?,
Ørecuerda,
Øalgunas ideas para hacer,

Autores: Montserrat Graneras, Luz Martínez Ten y Carmen Vieites.