Pages

Acoso Psicológico laboral

Esta guía pretende ser una herramienta de difusión del conocimiento del AM y de sus características para acabar con este fenómeno tan pernicioso para la salud individual y social. Se dirige al conjunto de los trabajadores para que puedan detectar y reaccionen ante procedimientos perversos de esta naturaleza.
 La violencia más terrible procede de los colegas que giran la mirada creyente, erróneamente, preservarse así del AM, o de los que participan activamente inducidos por el acosador. Hace falta que cada cual, sea cual sea su posición o cargo en la empresa no tolere estas conductas de abuso. Debemos encontrar la manera de resolver los conflictos y las diferencias de una manera pacífica y no excluyente, con diálogo constructivo. 
También buscamos que los trabajadores y trabajadoras afectados se den cuenta y reaccionen con la mayor brevedad posible y puedan emprender la defensa legítima de sus derechos. En este sentido esta guía pretende aportar una ayuda concreta e inmediata, y propone algunas estrategias a adoptar en el puesto de trabajo.
 Esta guía pretende ofrecer una visión amplia del fenómeno para ayudarlos a pensar qué pueden hacer y cual es la mejor solución para dar salida a su caso. Delante de algunas situaciones es imprescindible buscar un asesoramiento profesional y personalizado. La persona afectada es la que mejor sabe qué debe hacer, es quien conoce sus propias fuerzas y las fuerzas de los otros, es quien sabe qué quiere y hasta dónde resistir. Aun cuando todos los casos de AM siguen unos determinados patrones, la forma de afrontarlo y la solución de cada caso es particular y concreto.

Autor: Clam

Guia del Desarrollo Infantil (0-6 años)


El nacimiento de un hijo es un acontecimiento trascendental en la vida de toda la familia. Conlleva cambios no sólo en la casa o en las rutinas, sino también en las relaciones que se establecen entre los distintos miembros, sobre todo entre vosotros y el bebé.
El niño y los adultos que le rodean se sitúan en niveles diferentes, pero para ambas partes las primeras experiencias estarán cargadas de emociones, alegrías, deseos, miedos, dudas y expectativas. El bebé tiene que aprender muchas cosas y vosotros vais a poder estar cerca de él, para sostenerle y enseñarle, también éste va a influir en vosotros a través de su forma de ser, su personalidad y sus actitudes ante la vida.
El niño en los primeros años de vida es muy vulnerable, pero los padres que lo cuidáis y lo atendéis también lo sois y podéis veros desbordados por las necesidades de vuestros hijos, por los requerimientos de su vida cotidiana y tener muchas dudas sobre qué debéis hacer. Es imprescindible recordar que las relaciones entre padres e hijos, como toda relación, tienen sus momentos positivos y también negativos. A veces los padres comprenden muy bien al bebé o al niño pequeño, pero otras veces se equivocan o hacen lo que no tendrían que hacer. Este hecho es algo inevitable y siempre se puede reparar. Recuperarse de las dificultades y de los errores constituye una parte esencial del proceso de maduración para unos y para otros.
El bebé necesita un espacio físico y afectivo, sentir que hay alguien que le sujeta, que le mira, le habla, le escucha y responde a sus necesidades, establecer un vínculo afectivo que le permita crecer seguro.
Hay muchas maneras diferentes de sentir o actuar ante el hecho de ser padre o madre. La seguridad con la que afrontéis vuestro papel va a ser crucial para que esta experiencia se viva con plenitud y sea enriquecedora.

Muchas son las preguntas que os hacéis los padres:
¿Cómo es?
¿Qué necesita?
¿Qué podemos hacer para ayudarle en su desarrollo?
Esta guía pretende dar algunas sencillas respuestas a estas dudas, con afán de orientaros en estos momentos. No se trata de un manual de desarrollo que describa con detalle las diferentes etapas por las que atraviesa el niño, sino más bien su objetivo es ofrecer unas pautas fáciles de entender, que incluyan los aspectos más significativos de cómo es un niño de 0 a 6 años y qué necesita.
En estas etapas se observan importantísimos cambios, unos más evidentes que otros. Desde el crecimiento físico, hasta el dominio de distintas habilidades motrices, pasando por los progresos en los conocimientos, el desarrollo del habla, la forma de actuar sobre el mundo, en la expresión y reconocimiento de las emociones y en las relaciones sociales con los demás, el niño avanza de forma vertiginosa hacia un nivel cada vez más elevado de competencias. No debemos perder de vista el hecho de que el ser humano es un todo y como tal hay que entenderlo.
El niño viene al mundo provisto de una serie de capacidades, con una dotación genética concreta que va a determinar en parte su desarrollo, pero la influencia del ambiente también es muy importante. La relación que los padres establecéis con vuestro hijo, la calidad de la atención que le ofrecéis, tanto a nivel físico como emocional, así como las pautas educativas pueden favorecer o limitar este desarrollo.
Debemos destacar que el ritmo con el que suceden estas adquisiciones en cada niño es peculiar. Esto supone que no todos los niños a los 12 meses, por ejemplo, comenzarán a caminar, sino que unos lo harán a los 9 meses y otros a los 15, y todo ello forma parte del desarrollo esperado. La información que incluye la guía respecto a cómo es el niño debe tomarse como orientativa, de modo que si a una determinada edad el niño no posee las habilidades descritas no debemos alarmarnos, porque puede ser que su ritmo de desarrollo sea más lento, que el entorno que le rodea no sea el más adecuado o bien por alguna otra razón. No obstante, sí conviene en ese caso que consultéis a vuestro pediatra para descartar alguna dificultad concreta.

La guía se estructura en los siguientes períodos de edad:

— En torno al nacimiento.
— Hasta los 3 meses.
— De los 4 a los 6 meses.
— De los 7 a los 9 meses.
— De los 10 a los 12 meses.
— De los 12 a los 18 meses.
— De los 18 a los 24 meses.
— De los 25 a los 36 meses.
— De los 3 a los 4 años.
— De los 4 a los 5 años.
— De los 5 a los 6 años.

Cada período incluye tres apartados:
— ¿Cómo soy?: Describe brevemente las principales características del niño en ese período de edad.
— ¿Qué necesito?: Ofrece una serie de pautas sobre cómo actuar para responder a las características del niño.
— ¿Qué podemos hacer los padres?: Incluye una serie de sugerencias sobre cómo actuar en los ámbitos más significativos de la vida del niño: la alimentación, el sueño, la higiene, la comunicación y el juego.
Para la Federación Estatal de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana (GAT), uno de sus principales objetivos es favorecer la adecuada atención de la población infantil. Esta guía tiene un fin preventivo, ya que ofrece pautas para mejorar la atención al niño en el ámbito de la familia, procurando evitar la aparición de trastornos o dificultades en su desarrollo, la detección precoz de cualquier anomalía y la posibilidad de consultar al pediatra del niño para que éste valore la posibilidad de ser atendido en un Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana.
Esperamos que los padres y madres podáis encontrar en estas páginas algunas respuestas y orientaciones a vuestras dudas y las sugerencias sobre cómo actuar, que os permitan establecer una buena relación con vuestros hijos.


Autor: Federación Estatal de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana. GAT

Prensa

Entrevista "EL DIARIO Esteban Echeverria" sobre "Los adolescentes y la Violencia", sección "Sociedad" pag. 2. del 13 de noviembre de 2016.

Crianza de niños por parejas del mismo sexo: Un análisis de las principales investigaciones

Resultado de imagen para ser padres homosexuales

En los últimos años se han dado grandes avances en las legislaciones de muchos países con respecto a las personas homosexuales. Actualmente, el matrimonio igualitario es legal en 24 países del mundo. En el caso de la adopción homoparental, se da la misma tendencia. Desde el año 2000 a la fecha, en 26 Estados parejas del mismo sexo pueden adoptar de forma conjunta, mientras que otros están en vías de legalizarlo. Conforme sucede esto, la población tiende a polarizarse en dos grandes grupos, quienes están a favor de que las parejas del mismo sexo posean los mismos derechos que los heterosexuales en cuanto al matrimonio y la crianza de hijos, y quienes no lo están. Respecto del último punto, las negativas de quienes se oponen se basan en los posibles daños que podría ocasionar tener dos madres o dos padres.

Podríamos dividir estas conjeturas de acuerdo a:
  • la presunta incapacidad para educar hijos por parte de personas homosexuales.
  • la influencia que madres y padres ejercerán en los pequeños tanto en la identidad como en la orientación sexual.
  • dificultades en las relaciones sociales y el desarrollo personal.
  • el potencial peligro de sufrir abuso sexual por parte de sus padres.
Como se puede observar a partir de los supuestos anteriores, serían graves las consecuencias que sufrirían los menores si estos fenómenos efectivamente se dieran. Pero, ¿qué nos dice la evidencia al respecto? Más allá de los posturas ideológicas y religiosas que muchas veces están en la base de algunas posiciones, tanto a favor como en contra, el presente artículo propone analizar los efectos de la crianza por parte de parejas del mismo sexo tiene sobre los niños, tomando en cuenta las conclusiones a las que llegó la Asociación Americana de Psicología (APA), luego de más de 30 años de investigación sobre el tema.

La homosexualidad en la actualidad
Hace ya cuatro décadas que la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó a la homosexualidad de su lista de trastornos mentales, por considerar que la misma no implica un deterioro del juicio, del criterio de realidad, ni afecta las relaciones sociales y profesionales de los sujetos (Asociación Americana de Psiquiatría, 1974). En consonancia con estos criterios, la Asociación Americana de Psicología tomó la misma posición, instando a todos los profesionales del área de salud mental a eliminar el estigma de la enfermedad mental asociada a la homosexualidad (American Psychological Association, 1975).

Teniendo en cuenta que ser una persona gay o lesbiana no implica per se un trastorno mental, voy a abocarme ahora a las consecuencias que produce la educación de menores por parte de este colectivo de personas.

Dificultades en la educación de los niños
Comparando a parejas heterosexuales con parejas de homosexuales y lesbianas, no se hallaron diferencias a nivel de salud mental en general, ni en sus enfoques de crianza hacia los niños (Bos et al. 2004; Lyons, 1983; Miller, Jacobsen y Bigner, 1981; Patterson, 2001). Tanto gays como lesbianas pueden llevar adelante sus parejas, así como dividir las distintas tareas en la crianza sin que ello implique problemas para ellos o para sus hijos (Bos et al. 2004; Johnson & O´Connor, 2002). No hay diferencias significativas en la división de roles en la educación de los niños, ni entre esta educación y la separación con los aspectos románticos de la pareja.

Algunos estudios, por otro lado, sugieren que las habilidades de crianza por parte de estas parejas pueden ser superiores a las de heterosexuales (Flaks, Fischer, Masterpasqua y Joseph, 1995). Una investigación que incluyó a 256 familias compuestas por personas lesbianas y homosexuales, encontró que en comparación con padres heterosexuales, éstas prácticamente no utilizaban el castigo físico entre sus técnicas de educación, sino que en su lugar se aplicaban mayormente estrategias de reforzamiento positivo.

Identidad y orientación sexual
Diversos estudios, tomando a niños en edades que comprenden de 5 a los 14 años, han mostrado que el desarrollo de la identidad de género entre hijos de madres lesbianas, sigue el patrón esperado considerado normal (Green, 1978; Green, Mandel, Hotvedt, Gray y Smith, 1986; Kirkpatrick, Smith y Roy, 1981). Golombok, Spencer y Rutter (1983) utilizaron técnicas de evaluación de género obteniendo un resultado similar: todos los niños evaluados se encontraban conformes con su sexo, y no mostraban deseos de ser miembro del opuesto. Cabe añadir que no hay datos sobre hijos de padres homosexuales en esta área.

Con respecto a los roles de género, numerosas investigaciones han mostrado que éstos, para hijos de madres lesbianas, caen dentro de los comportamientos convencionales, es decir, que no existen diferencias entre estos niños y los de parejas heterosexuales (Brewaeys et al., 1997; Golombok et al., 1983; Gottman, 1990; Green, 1978; Verde et al., 1986; Hoeffer , 1981; Kirkpatrick et al., 1981; Kweskin & Cook, 1982; Patterson , 1994a). Kirkpatrick y colegas (1981) no hallaron diferencias entre chicos de madres lesbianas y madres heterosexuales, en elección de juguetes, actividades, intereses u opciones profesionales.

En 1997, Brewaeys y su equipo compararon 30 pequeños con edades que iban entre los 4 y 8 años, concebidos mediante inseminación artificial por parejas de mujeres lesbianas, frente a otros 30 niños de las mismas edades concebidos de igual forma, pero por parejas heterosexuales. Los resultados mostraron que no hubo diferencias entre ambos grupos en preferencias de género, juguetes, juegos y actividades. Todas las investigaciones indican que el comportamiento de hijos de madres lesbianas, se parece mucho en cuanto a roles de género a los de parejas heterosexuales. En este tópico en particular, tampoco se han hallado datos sobre hijos de parejas homosexuales.

En cuanto a la orientación sexual, una crítica común contra las parejas del mismo sexo que desean tener hijos, es la probabilidad de que sus niños terminen desarrollándose como lesbianas y gays. Omitiendo el hecho de que habría que explicar el por que elegir el mismo sexo es un problema en sí mismo, la evidencia tampoco parece dar la razón a esta predicción. Una cantidad importante de estudios (Bailey, Bobrow, Wolfe, y Mickach, 1995; Bozett, 1980, 1987, 1989; Gottman, 1990; Golombok y Tasker, 1996; Green, 1978; Huggins, 1989; Miller, 1979; Paul, 1986; Rees, 1979; Tasker y Golombok, 1997) muestran que tanto hijos de lesbianas como de gays, declaran ser heterosexuales. Tomados en conjunto, los datos no muestran una tasa elevada de homosexualidad en las preferencias de los niños.

Bailey y colegas (1995) encontraron que más de un 90% de hijos adultos de padres homosexuales resultaron ser heterosexuales. Golombok y Tasker (1996, 1997) hallaron de la comparación de niños de madres lesbianas y de parejas heterosexuales, que no había mayores probabilidades en ningún grupo de terminar eligiendo parejas del mismo sexo en la adultez.

No existe evidencia que permita afirmar que padres gays y madres lesbianas influyan en mayor medida en la orientación sexual de sus hijos, de lo que puedan llegar a hacerlo parejas heterosexuales.

Dificultades en las relaciones sociales y desarrollo personal
Dentro de este subgrupo se han evaluado características que van desde la personalidad, el autoconcepto, problemas psiquiátricos, la capacidad de establecer juicios morales, hasta incluso la adaptación escolar. De todo lo analizado se concluye que no existen datos que permitan afirmar que hijos de parejas del mismo sexo, sean lesbianas u homosexuales, posean déficits en dichas áreas, comparados con los descendientes de parejas heterosexuales (Patterson, 1997, 2000; Parques, 1998; Perrin, 1998, 2002; Stacey y Biblarz, 2001; Tasker, 1999).

Los niños de parejas gays establecen los patrones esperados de juego y de relaciones sociales. La mayoría de los pequeños en edad escolar, por ejemplo, reportaron mejores amigos del mismo sexo, y la misma elección para los grupos de pertenencia. Este patrón se da tanto en hijos de parejas heterosexuales como de gays (Golombok et al., 1983; Green, 1978). La calidad en las relaciones con los compañeros fue descrita en general en términos positivos (Golombok et al., 1983). Hay evidencia de que niños de padres del mismo sexo pueden ser objeto de burlas o bullying en la escuela (Tasker & Golombock, 1997). No obstante, comparado con el acoso escolar que reciben los chicos en general, este riesgo no es mayor. A su vez, si los pequeños son entrenados en asertividad y reciben apoyo por parte de otras familias en su misma situación, la discriminación puede superarse sin que provoque trastornos psicológicos o sociales. Cabe aclarar sin embargo, que en caso de bullying no es el ser hijo de una pareja homosexual lo que provoque daño en sí mismo, sino un medio social que, por distintas razones, propicie situaciones de acoso.

Las relaciones de los hijos con sus madres lesbianas y padres homosexuales en general posee un carácter positivo, independientemente del sexo de sus padres (Brewaeys et al., 1997; Golombok et al, 1983;. Harris y Turner, 1985a). Con respecto a la relación con los abuelos, diversas investigaciones han estudiado si la relación con éstos se mantiene, y si se produce en una forma similar a como se da en las familias de parejas heterosexuales. Niños de parejas gays poseen relaciones satisfactorias con sus abuelos, de la misma forma que éstos a su vez la tienen con sus hijas e hijos (Patterson et al., 1998; Fulcher et al., 2002). No existe evidencia que permita afirmar que las relaciones intergeneracionales se ven afectadas en estos tipos de familias.

Posibilidad de sufrir abusos de parte de sus madres/padres
Por último, la posible exposición a abusos sexuales por parte de sus padres, es una preocupación que no ha quedado sin ser estudiada.

Al respecto, existe una abrumadora evidencia que indica que la gran mayoría de los abusos sexuales son producidos por hombres. El abuso sexual por parte de una mujer ocurre muy raramente. Una investigación longitudinal reciente encontró que ninguna madre lesbiana que participaba del estudio había perpetrado abuso con alguno de sus hijas/os (Gartrell et al., 2005).

Pero además, la gran mayoría de los abusos se da por parte de hombres adultos hacia mujeres más jóvenes (Jenny, Roesler y Poyer, 1994; Jones & McFarlane, 1980). Es decir, por parte de sujetos heterosexuales. La evidencia existente muestra que los hombres homosexuales no son más propensos que los heterosexuales a cometer abuso sexual infantil (Groth y Birnbaum, 1978; Jenny et al., 1994; Sarafino, 1979).

Se concluye por lo tanto que no existen datos que permitan mantener la creencia que hijos de padres gays y madres lesbianas corran un mayor riesgo de sufrir abuso sexual, de lo que corren hijos de personas heterosexuales.

Conclusiones finales
El recorrido hecho hasta aquí pretendió dar cuenta de las principales investigaciones en el tema de la crianza por parte de parejas del mismo sexo. A partir de dichos estudios, se pueden extraer las siguientes conclusiones respecto de la capacidad de las mismas para la crianza de niños:

  • Las personas gays y lesbianas poseen, en comparación con personas heterosexuales, las mismas habilidades para la educación de los niños.
  • La orientación sexual de los padres no incide ni en los roles ni en la identidad sexual de sus hijos.
  • Tanto en desarrollo social como el personal no se ven afectados por las preferencias sexuales de los padres.
  • No existe evidencia que permita afirmar que hijos de personas homosexuales son más propensos a sufrir abuso sexual que hijos de heterosexuales.

Referencias: Descarga el PDF completo de la Asociación Americana de Psicología(APA) con la lista completa investigaciones que soportan este artículo.

Fuente: Psyciencia.com

Autor: Lic. Mauro Colombo

Menores Infractores


El comportamiento problemático de los adolescentes es motivo de preocupación para las instituciones dedicadas a la educación, a la salúd mental y a la impartición de justicia, en cualquier parte del mundo.

Causas Genéticas:
         Mayor correlación en gemelos idénticos.
          Cromosoma masculino adicional   XYY.
          Anormalidades electroencefalográficas, como “picos positivos” en lóbulos temporales.
          Incapacidad de aprender a evitar malas consecuencias.
          Bajos niveles de ansiedad o excitación y sed de emociones fuertes.

Atmósfera Familiar:
         Rechazo por parte de la madre o del padre.
          Crueldad o castigo errático.
          Falta de reconocimiento.

Teoría de la Tensión Emocional: Argumenta que los estresores aumentan la probabilidad de que emociones negativas, como la rabia y la frustración ocurran. Estas emociones hacen presión para que se den acciones compensatorias, como podría ser el comportamiento infractor inapropiado.
Eventos negativos en la vida, sentirse hastiado, relaciones negativas con los adultos, peleas entre los padres, se asocian significatívamente con la delincuencia. Es más probable que los estresores lleven al crimen cuando estos se perciben como:
          Injustos.
          Intensos.
          Asociados con poco control social.
          Como incentivos para formas criminales de enfrentarlos.

La conducta delictiva se facilita si uno se expone a modelos o ejemplos de ella (en los medios), si se premia el crimen (en las sub culturas o pandillas)  o si se generan pseudo valores  (como el “machismo”).

Aprendizaje Social: La conducta agresiva se aprende debido a sus consecuencias. Se ha observado reforzamiento positivo derivado del “llanto de la víctima”, de la obtención de juguetes y otras veces, de la presencia de la mamá. También reforzamientos negativos, cuando el niño aprende a utilizar conductas agresivas, para terminar conflictos con otros de sus familiares o hacer cesar las solicitudes de los adultos.

La Prevención: Niños y jóvenes aprenden a ser delincuentes en tres escenarios frecuentes: el hogar, la escuela y el grupo de amigos. Evitar el efecto de los factores causales de este problema en estos ambientes, sin duda es de principal importancia. Una modalidad de intervención preventiva basada en la familia, la encontramos en el programa de “educadores tempranos” o “programa FLEX”, en el reporte de August, Realmuto, May y Lee (2003). FLEX funciona mediante visitas domiciliarias y se apoya en contratos negociados, tratando de reducir el estrés crónico, que reduce la capacidad de los padres de brindar cariño y apoyo a sus hijos.


Un programa bien implementado de prevención en las escuelas es el desarrollado por Mary Magee Quinn y colaboradores (1998-2000). Se trata de un sistema de asesoría funcional y desarrollo de planes de intervención conductual, mediante equipos de profesionales que se encargan de desarrollar programas de educación individualizada. Los procedimientos reactivos, como expulsar o castigar al alumno, no son de ayuda para resolver estos problemas a fondo. Por lo que toca a la prevención de la conducta antisocial en el grupo de amigos, uno de los reportes mas interesantes es el de Dishion, McCord y Poulin (1999), que nos advierte de no dar pláticas o intervenir con grupos de jóvenes de alto riesgo, pues se han documentado efectos “iatrogénicos”, que los impelen a la delincuencia. En todo caso, las intervenciones deben hacerse en grupos mixtos, que incluyan jóvenes pro sociales.

El Tratamiento Institucional: Las instituciones creadas por el hombre para corregir a quienes en un momento dado cometen infracciones catalogadas como delitos, no han cambiado mucho con el paso del tiempo. Actualmente pocos especialistas afirmarán que las instituciones de custodia estén cumpliendo con las actividades de rehabilitación y corrección que la sociedad les tiene asignadas. El resultado de este tipo de instituciones es un ejército cada vez mayor de personas inconformes y rencorosas (Domínguez, Rueda, Maklouf y Rivera, 1975). La mayoría de los tratamientos institucionales están basados en un modelo de la conducta desviada como enfermedad mental, influidos de los conceptos de psicopatía y sociopatía, desarrollados por los psiquiatras. Uno de los tratamientos que se ofrecen en las instituciones son los relacionados con la psicoterapia, como es la de “desactivación del modo emocional” (Apsche, Ward y Evile, 2003). Incluye la relajación y la imaginación, para facilitar el pensamiento cognitivo y un entrenamiento balanceado que enseña a equilibrar la percepción y la información.

El Tratamiento Comunitario: Como consignan Bandura y Ribes (1975), si las metas de los programas de tratamiento de nuestras instituciones consisten en convertir al niño en un miembro positivamente activo de su comunidad, entonces el programa de tratamiento deberá enseñarle a vivir en un mundo bisexual, a adquirir las habilidaees sociales necesarias para las vidas familiar y comunitaria, a cumplir con los requisitos vocacionales y académicos, con objeto de obtener y conservar un empleo, a trabajar para ganar dinero y gastarlo o ahorarrlo según sus necesidades. La moderna teoría psicológica sugiere considerar a la conducta desviada como una deficiencia en destrezas esenciales (un problema  de aprendizaje), por ello, los tratamientos basados en la comunidad parecen ser más eficaces, menos onerosos y más humanitarios, que la reclusión de los niños. El proyecto Burlington-Hunt (Burchard, et al, 1975) es una muestra de estas nuevas estrategias de intervención basadas en la comunidad.   Se trataba de un Centro para Adolescentes que sesionaba  2 veces a la semana, en la tarde, en un local de la escuela secundaria. Se hacía uso de una Economía de Fichas y los participantes lo hacían de manera voluntaria.

Otro reporte interesante de un sistema de apoyo en la comunidad, es la experiencia de Harold L. Cohen (1975), con el proyecto BPLAY. Se trató de un programa de investigación de 3 años, que se propuso manejar las actividaees de los adolescentes durante su tiempo libre, a fin de reducir al mínimo las conductas problema. Es posible que el mejor programa de modificación  conductual de estilo familiar (para delincuentes), basado en la comunidad sea “La Familia Enseñante” (Phillips, Wolf, Fixen y Bailey (1975), en una casa con dos adultos y siete adolescentes. Los “padres” eran profesionales con grado de Maestría y cuyo objetivo era educar a los jóvenes en destrezas sociales, de cuidados personales, académicos y pre-vocacionales.

Conclusiones:
  1. La Delincuencia es un problema grave, que cuestiona a políticos y científicos, de la sociedad.
  2. El delincuente aprende a serlo en la familia, la escuela y con el grupo de amigos. Sobre estos escenarios hay que intervenir de manera preventiva.
  3. La corrección tiene mejores resultados con programas basados en la comunidad y no en reclusorios.
Autor: Ps Jaime Ernesto  Vargas Mendoza


Cultivando Emociones

El equipo de orientadores y maestros coordinado desde el CEFIRE de Elda, siguiendo la línea de investigación-acción de sus dos programas de Educación Emocional para primer y segundo ciclo de ESO previamentepublicados, propone un nuevo recurso, esta vez dirigido a las etapas de Educación Infantil y primer ciclo de Primaria. Es destacable la labor continuada de estos equipos docentes en este tipo de intervenciones planificadas en torno a la Educación Emocional, que durante varios años ha significado un compromiso consolidado en la elaboración de programas para un espectro cada vez más amplio de alumnado. El trabajo se asienta en las bases teóricas de la psicología evolutiva, el estudio de la inteligencia y los modelos constructivistas de aprendizaje y de mejora de competencias. A partir de allí, se emprende un exhaustivo trabajo de recogida de datos a través de cuestionarios, acerca de incidencia de la violencia entre iguales y, posteriormente, a un programa de actividades realista y con todas las indicaciones pertinentes para su puesta en práctica. El olvido tradicional de la Educación Emocional en el sistema educativo, en especial, en un momento crucial para su asentamiento, constituye la motivación para este libro, que pretende constituirse en instrumento dinamizador de la acción tutorial orientada hacia el alumnado de estas edades, un programa valioso llamado, en último término, a prevenir problemas y disfunciones en las aulas desde los primeros años en la escuela que podrían desembocar en futuras conductas violentas o desadaptadas.

 Enlace de Descarga: Cultivando Emociones

Autores: Vañó agustin, Fernández ana, Pérez Beatriz, Asusnción Carmen, Santos Jesús, Pérez Ketty, Delicado Luz, Guzman María, Cantero Maria Isabel, Galiano Maria Laura, Doñate María Pilar, Giménez Maria Pilar, Blázquez Natalia, garcía Nieves, Santos Nuria, Barbero Ofelia, Navarro Paloma

Estrategias Exitosas para hablar con niños pequeños




¿Qué sucede cuando las palabras, las ideas y los sentimientos salen de nuestros labios y se introducen en los oidos y ojos de un niño? Esto se llama comunicación.
 La comunicación se relaciona no sólo con lo que decimos, sino con el modo en que lo decimos. Este es un elemento clave en el crecimiento sano de los niños saludables.
 La comunicación consiste en más que solamente palabras. Nos comunicamos con miradas  sonrisas y gestos; con acciones , con abrazos y bofetadas, e incluso con el silencio  cálido y frío. Usualmente, los adultos tienen una buena comunicación con los niños cuando dan direcciones o explican peligros comunes. Por otro lado, a menudo tienen dificultad en comunicarse cuando los sentimientos  del niño o los propios  están involucrados. 
A modo de ejemplo, el folleto “Estrategias Exitosas para Hablar con Niños Pequeños” nos muestra cómo empezar a hablar y escuchar con sentimientos. Sugiere modos de canalizar las palabras y los sentimientos que serán escuchados ... pero que no causarán daño. 
Una buena comunicación es importante para ahora y para después, pues ayuda a los niños a desarrollar su confianza en sí mismos y a afirmar sus relaciones con los demás. La buena comunicación hace la vida más placentera para ellos y con ellos mismos. Además, les ayuda a llegar a adultos con buenos sentimientos acerca de sí mismos, y con la capacidad de comunicarse con los demás.
 Una buena comunicación conduce a relaciones cálidas, cooperación y sentimientos de autoestimación. Una comunicación pobre conduce a relaciones frustrantes, a conflictos y a sentimientos de inutilidad. Es una buena inversión el aprender a ser un buen comunicador. Las siguientes páginas presentan algunas maneras de conversar con sus niños. Utilícelas de acuerdo a su propia experiencia y entendimiento de los niños que se relacionan con su vida para crear sus propias "estrategias exitosas"


Descarga: Estrategias Exitosas para hablar con niños pequeños

Autores: Children's Administration Office of Child Care Policy. Oficina de Normas para el Cuidado de Niños de la Administración de Niños - Departamento de Servicios Sociales y de Salud del estado de Washington,

Fatiga Emocional y cómo superarla


La fatiga en sí misma es un cansancio extremo o debilidad generalizada que se puede manifestar tanto de forma física como emocional. La física suele aparecer a medida que va avanzando el día, debido al cúmulo de tensiones a las que exponemos a nuestro cuerpo, en cambio la emocional es más perceptible en la mañana.

Quién no ha pensado alguna vez, al sonar el despertador, sólo de pensar todo lo que me queda por delante ya me hace sentir cansado; no me encuentro con ánimo de batallar con los demás hoy; siento que por más empeño que le pongo a lo que hago no me cunde como quisiera, etc. Este tipo de manifestaciones son consecuencia de la Fatiga Emocional.

Se trata de un cansancio emocional o agotamiento que suele venir asociado con sentimientos de angustia, estrés y depresión. A un nivel elevado se presentan problemas de atención y la sensación de que los pensamientos se van ralentizando cada vez más.

Pero, ¿es posible combatirla?, o lo que es más importante ¿la podemos prevenir para que no llegue a asediarnos? La respuesta es Sí. Veamos cómo lo podemos hacer:

La mejor prevención siempre será aprender a gestionarnos emocionalmente de una manera saludable. ¿Eso cómo se hace? Cogiendo como guías nuestras propias emociones. Éstas nos servirán de brújula, mientras que las de sensaciones positivas nos indicarán que vamos por el camino adecuado, las de sensaciones más molestas nos dirán que algo debemos cambiar para acercarnos al equilibrio que buscamos. ¿Por qué fijarnos en las emociones y no en el pensamiento? Ninguno son excluyentes, pero mientras que el pensamiento es algo que nos puede engañar, ya que ejercemos cierto control sobre él mediante nuestro sistema de creencias, las emociones se sobrevienen en nuestra mente de manera abrupta, son innatas. Yo no elijo de quien me enamoro, simplemente me enamoro. ¿Y por qué hablamos de sensaciones emocionales positivas o negativas y no de emociones positivas o negativas sin más? Porque todas las emociones son positivas, otra cosa es que sean agradables o no, pero todas nos están queriendo decir algo. Nuestro deber es averiguarlo.

Dicho esto, ¿Cómo combatimos la fatiga emocional cuando ya se ha convertido en nuestra compañera de viaje?

El primer paso siempre será reconocerla. Podemos pensar que no hay un motivo aparente, pero lo hay. Todo es consecuencia de algo: una decisión, un pensamiento, una mala gestión del tiempo, etc. Ejemplos que la desencadenan: preocupación excesiva, asuntos sin resolver, desorden mental, discusiones diarias, problemas en el trabajo a los que no se le ve salida, relaciones tóxicas, etc.

Una vez identificamos el origen de tal fatiga entonces nos tenemos que enfrentar a ella, una buena manera de hacerlo puede ser:

Calmar la mente. Ayudémonos de ejercicios de respiración, meditación, mindfulness, etc. Este tipo de ejercicios bajan el ritmo cardíaco y con ello nos empieza a invadir una sensación de paz y relajación muy placentera.

Dormir las horas suficientes. El ciclo del sueño no se puede ver alterado porque sino se desregula nuestra mente. Se necesitan ciertos hábitos diarios y dormir al menos ocho horas.

Hidratarnos bien. El agua es como la gasolina de nuestra mente. Beber dos litros al día y veréis que os sentís más serenos. Yo siempre recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua nada más levantarse, ya que al llevar tantas horas durmiendo el cerebro está menos oxigenado, de este modo lo ayudaríamos a despertar de una forma mucho más activa y beneficiosa para el buen funcionamiento de los patrones mentales.

Realizar ejercicio físico, ayudará a eliminar toxinas y generará endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.

Aprender a establecer prioridades. No se puede abarcar todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas alcanzables y abordarlas de una en una, favorecerá el aumento de la confianza al sentirnos reconfortados cada vez que vayamos consiguiéndolas.

Hay que saber decir no, establecer límites. Debemos ser el centro de nuestra vida, ni otras personas, ni el entorno, nosotros. ¿Nos convierte esto en egoístas? Por supuesto que no, para estar bien con los demás debemos primero estar bien con nosotros mismos.

Comunicarnos asertivamente, es decir, decir lo que pensamos y sentimos sin caer en conductas sumisas o reproches. Una buena comunicación es la solución a muchos malestares emocionales. 

Autora: Ciara Molina. Psicóloga Emocional

Pesadillas y Terrores Nocturnos


Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde, estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres. Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni duraderos para el niño.

Tranquilizarle
Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver a la realidad, preguntándose qué pasa.

Regule los horarios de sueño
Para ayudar al niño a desarrollar un patrón de sueño más maduro. Asegúrese de que tiene un horario regular de sueño y que descansa lo suficiente.

Consulte a un profesional
A pesar de que los terrores nocturnos no son en general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos con una medicación cuidadosamente controlada.

LOS NIÑOS QUE TIENEN PESADILLAS
Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres v son resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones de miedos comunes y normales a los sueños desagradables que se inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y por el dolor, sobreexcitación, miedo v ansiedad, programas violentos de televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.

Tranquilícele y dele seguridad
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.

Evite la excitación excesiva
Los niños deben tener un periodo de calma v relajación antes de acostarse, no permitirles que vean programas de televisión violentos o de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades físicas violentas. Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran ayuda limitar la TV.

Comente problemas, miedos y acontecimientos que produzcan tensión
Use la conversación y los sueños como datos de cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus pesadillas, e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles de causarle tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o el salir de viaje. Los miedos en los niños son muchas veces causados por la falta de información.

Tome medidas para las pesadillas repetitivas
Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímele a que hable de su sueño y lo represente despierto, pero con un final feliz.

Prepare una estrategia nocturna
El saberse defendidos de la pesadilla ayuda normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.

 ¿COMO AFRONTAR PROBLEMAS NOCTURNOS?
Permitir que el niño duerma regularmente en la habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.
Orientaciones para devolver al niño a su cama:
  1. Si el niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de ser firmes.
  2. Se puede utilizar la "táctica de los apretujones", la finalidad es hacer que el niño se sienta incómodo en la cama ajena y que la suya vaya siendo más atractiva.
  3. Utilizar recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta. Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un "chico mayor". Préstele una atención especial y sea cariñoso con él durante el día.
  4. Hacer su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos aspectos y que el niño sea participe de ellos.
  5. Establecer un horario regular de sueño.
  6. Antes de dormir contarle algún cuento. Se le puede contar alguno relacionado con el problema.
  7. Se puede utilizar un contrato en el que tendrá algún premio por dormir en su habitación, se marcará en un almanaque los días que ha tenido éxito, acordando previamente el premio a final de mes, si se comienza con refuerzos continuos pasar poco a poco a refuerzos intermitentes.
Autor: José Luis García Castro - Psicólogo y Orientador Escolar